Los EREs se suceden uno tras otro. Desde la entrada en vigor de la Reforma Laboral, el número de Expedientes en el Sector de Consultoría y Nuevas Tecnologías ha crecido como la espuma. Muchas empresas aguantaron meses hasta la publicación del RD-ley 3/2012 para poder despedir trabajadores sin medida y sin cortapisas.
Y no son raros los casos en que mientras por una puerta se despide, por otra se contrata. Pero aquí no vale aquello de “las gallinas que entran por las que salen“. Se trata de precarización del empleo: el mismo trabajo por menos dinero y, en no pocas ocasiones, en peores condiciones laborales.
Se está aprovechando la coyuntura para acompañar los despidos colectivos con otras medidas, como reducciones de salario y eliminación de beneficios sociales (vales de comida, seguros, jornada intensiva, etc.). Tampoco hacen ascos al aumento de la jornada laboral hasta el máximo legal. Todo amparado por un marco jurídico cada vez menos comprometido con la justicia social.
Un Sector que nació como puntero y apetecible para desarrollar una carrera profesional se está convirtiendo en un pozo sin fondo de horas extras sin pagar y condiciones leoninas.
Pero no podemos acusar de la situación únicamente al legislador. Llevamos más de dos años con el Convenio Sectorial en ultraactividad. Tenemos una Patronal (AEC) que ha querido vivir en la desregulación, creyendo que así iba a tener no sólo la sartén por el mango, sino todo el menaje imaginable: clasificación profesional preconstitucional, tablas salariales al margen de la realidad, jornada anual poco menos que esclavista, condiciones laborales mínimas y todas las excelencias que se nos ocurran.
Y la Patronal se pregunta ¿por qué regular el Sector si cada empresa se apaña a su gusto? Pues porque luego los clientes se te suben a las barbas y quieren más por menos. Y un Convenio como el nuestro lo hace posible. Y entonces el servicio que se da baja de nivel. Y al bajar de nivel, las empresas se preguntan ¿por qué no montamos una sucursal en cualquier país del tercer mundo para dar ese servicio?
Llegados a este punto, el cliente decidirá que le den un buen servicio. Pero la AEC ya no podrá hacerlo porque no tendrá con quién.
¿No es necesario un Convenio digno?