La lucha por la igualdad de oportunidades y en contra de la discriminación por razones de género, existe y es una necesidad porque aún es una realidad en pleno siglo XXI. Desde la incorporación masiva de la mujer al trabajo asalariado, la lucha por una igualdad en las condiciones laborales ha sido y sigue siendo una reivindicación prioritaria para los sindicatos de clase.
Podemos preguntarnos, ¿existe tal discriminación en el Sector Financiero? Y la respuesta es que sí. Cierto que hemos avanzado en los últimos años, pero poco. Los avances conseguidos a nivel social, en las legislaciones y en las negociaciones de los Planes de Igualdad en las Empresas, nos ha permitido mejorar algo, pero aún queda un camino que recorrer en nuestro Sector. Con la crisis se han encendido señales de alarma que alertan del retroceso sobre lo que se ha avanzado con las firmas de los Planes de Igualdad.
La realidad demuestra que, aunque el aumento del número de mujeres que acceden a puestos técnicos/directivos es mayor que el de hombres, todavía estamos muy lejos de alcanzar el nivel satisfactorio. La brecha es mucho más significativa en el número de mujeres que ocupan puestos según ascendemos en los niveles de Dirección; a modo de ejemplo, en todo el Sector sólo tres mujeres ocupan puestos Ejecutivos en los Consejos de Administración.
Estamos suficientemente preparadas para acceder a puestos de mayor responsabilidad, más del 60% de los actuales licenciados en el sector son mujeres; muchas llegamos a ocupar puestos intermedios de Dirección ¿Por qué no se da el salto? Por un lado, en muchas Entidades todavía existe una cultura masculinizada, en la mayoría de los casos son personas que asumen esa filosofía las que deciden quién debe ocupar los puestos directivos. Por otro lado, suelen ser las mujeres las que más valoran la importancia de la conciliación de la vida personal y laboral. La desregulación en materia de horarios y los excesos de las prolongaciones de jornada son las causas fundamentales en la discriminación por razón de género. Estos elementos, que no deberían ser considerados para evaluar la valía profesional, aún siguen siendo determinantes a la hora de designar un puesto directivo para los que deciden desde la Alta Dirección.
Recientemente UGT ha presentado un informe sobre la brecha salarial entre hombres y mujeres en nuestra sociedad, demostrando que existe en términos de retribución anual un 22,9% de diferencia entre los salarios de hombres y mujeres en igualdad de funciones y que lejos de ir disminuyendo, se ha incrementado en 0,50% sobre el año anterior.
¿Existe esa brecha salarial también en nuestro Sector? Cierto es que los Convenios Colectivos de Ahorro, Banca y Rurales, regulan nuestras tablas salariales, pluses, trienios… y son una garantía de no discriminación. En este sentido la Negociación Colectiva actúa como una barrera en defensa de la igualdad de oportunidades. Pero si nos vamos a los datos, la realidad es muy diferente.
En un informe elaborado por Randstad en 2013, una empresa nada sospechosa de compartir los postulados del sindicalismo de clase, el análisis realizado sobre el Sector Financiero en materia de retribuciones de mandos intermedios y directivos, evidencia que la brecha salarial entre hombres y mujeres es de un 26%, estando por encima de la media del conjunto del mundo laboral. Estas diferencias se producen por la parte desregulada de los salarios, complementos fuera de Convenios Colectivos, remuneraciones variables de decisión unilateral por parte de la empresa, los bonus... Es evidente que la desregulación en materia de retribuciones, también se convierte en un instrumento de desigualdad entre sexos.